- Piiiiiiii. Piiiiiiiii
El silbato suena con insistencia. Un hombre con mangas refractarias hace ademanes. Sus brazos van de un lado al otro. Son las 13.45 del mediodía, y en la esquina de la avenida Aconquija y la calle Maciel, en Yerba Buena, un inspector del tráfico intenta ordenar el caos vial que se genera en la entrada de un colegio.
La situación se repite -autos más, autos menos- en otros puntos de la ciudad. Con el inicio de clases, las zonas con establecimientos educativos se recargan de vehículos y ponen a prueba la paciencia y la tolerancia.
“Uno no puede pretender que haya fluidez en el tráfico. Está claro que, durante 20 minutos, la circulación será a paso de hombre. Eso es incorregible, debido a la población escolar. Lo que sí se puede exigir es que los automovilistas respeten las normas viales”, dice Carmen Herrera, una mamá que lleva sus niños a los niveles inicial y pimario de ese colegio.
“Aquí, durante los horarios de entrada y de salida, está permitido estacionar de ambos lados de la calle. Eso deja espacio para que pasen los autos, de uno en uno. Es decir que la circulación se encuentra organizada. Los problemas se producen en la estación de servicios, situada en esa esquina, y frente a las cocheras de las viviendas de la zona, porque los padres paran dónde quieren”, opina.
El director de Tránsito del municipio, Alejandro Mazzola, da cuenta de los dichos de esta vecina. Dice que las faltas más cometidas en los frentes de las escuelas son, justamente, el estacionamiento en doble fila y en espacios donde se bloquean las salidas de autos particulares. Para corregir estas cuestiones -asegura el funcionario- se está trabajando en una reestructuración del tráfico que incluye, entre otras cosas, una mejora en la señalización y un incremento del personal del tráfico.
Llegado este punto, Mazzola anuncia que esta semana se incorporaron a la Dirección de Tránsito unos 40 educadores viales. ¿De qué se trata? El intendente, Mariano Campero, explica que seleccionaron, tras un examen, estudiantes terciarios y universitarios de la ciudad, quienes cumplirán labores como auxiliares de tránsito.
“Se trata de jóvenes, de entre 28 y 25 años, que necesitan una ayuda económica para continuar con sus estudios. Por ello, a cambio de su prestación, recibirán remuneración de $ 3.000. Su contratación se encuadra en la figura de beca de ayuda social”, explica Campero. A través de estos becarios, la intendencia apuesta a generar educación vial en los establecimientos educativos.
“El objetivo es que trabajen en las puertas de los colegios. No sólo pretendemos que organicen el tráfico, sino también que inicien, junto a los niños, un nuevo proceso cultural”, añade.
El arquitecto Germán Würschmidt (64 años) había opinado, hace unos meses, para este diario, que no se debe separar un edificio de su entorno. Y enseguida ejemplifica esa aseveración: “no se puede construir un bar o un colegio sin estacionamiento con capacidad suficiente para sus clientes”.
Würschmidt diseñó en 1993 el primer shopping de Yerba Buena, que hoy -de hecho- se conoce como Shopping Viejo. Años atrás, en 1985, levantó el Paseo Edelweiss. Y en 2006 trazó la sede que el Colegio Santa Rosa abrió en esa ciudad, con una calle paralela y un estacionamiento interno.
Carolina Hostier, una mamá de ese colegio, elogia esa trocha paralela, destinada al ascenso y descenso de los pasajeros. “Uno puede parar en esa calle, sobre la avenida o en el estacionamiento interno. La entrega y retirada de los niños está bien organizada. Si bien hay quejas porque por momentos los alrededores del colegio están llenos de gente, el desagote suele ser rápido”, concluye.